MARC CHAGALL
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En nuestra vida hay un solo color, como en la paleta de un artista, que ofrece el significado de la vida y el arte. Es el color del amor. Sólo me interesa el amor, y estoy solo en el contacto con las cosas que giran en torno del amor. http://www.youtube.com/watch? |
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Esta obra de Chagall trata sobre la vida cotidiana de la comunidad judía en una pequeña aldea rusa. El pintor juega con la realidad de una manera totalmente original, donde sensuales colores son combinados con técnicas modernas que aprendió cuando llegó a Francia a comienzos del siglo XX. La composición del cuadro es radial. Chagall usa círculos para así mostrar diferentes niveles de realidad dentro de la misma unidad a la vez que cada sector del cuadro está dominado por una modalidad cromática El resultado de todo esto es poesía visual. Chagall mismo nos dice: "Sólo cuando llegué a París fui por fin capaz de expresar la alegría que a veces había experimentado en Vitebsk". Y Pablo Picasso agrega: "Cuando Chagall pinta, no se sabe si está durmiendo o soñando. Debe tener un ángel en algún lugar de su cabeza".***http://www.emol.com/ |
EL POETA de Marc Chagall
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Autor: Marc Chagall
Fecha:1912-13 Características:128 x 107 cm. Museo:Stedelijk Museum (Amsterdam) Copyright:(C) ARTEHISTORIA
Chagall encuentra su verdadera patria en París: "Ni la Rusia imperial ni la Rusia soviética me ayudan. Soy un misterio, un extraño para ellos (...) tal vez Europa me quiera y con ella mi Rusia" escribía en su "Autobiografía". Su homenaje a la ciudad francesa aparece en la ventana abierta que observamos al fondo de la composición; su homenaje a Rusia se manifiesta en el cuadro que está pintando "A la Russie, aux ânes et aux autres", un óleo del año anterior; la huella fauve y cubista está patente en la descomposición del espacio y de la propia figura del artista.
Chagall se presenta como una persona atractiva y elegante, reduciendo su rizado cabello a unas escasas pero impactantes pinceladas de color. Cuando se le preguntó al artista el porqué representarse con siete dedos dijo: "¿Por qué siete dedos? Para introducir una construcción alternativa, un elemento fantástico entre elementos reales", combinando así la realidad con la ficción. La madera desnuda del suelo del estudio de La Ruche se representa de una manera bastante increíble, con una perspectiva irreal que deja ver en la parte izquierda la mencionada Torre Eiffel mientras que en la derecha se presenta la imagen de Vitebsk envuelta entre nubes, emergiendo en la pared, contraponiendo los aspectos de su tierra natal con la ciudad que le acogió. Esta dicotomía viene subrayada por las palabras hebreas escritas en la pared: Rusia orgullosa y París. |
Autor: Marc Chagall
Fecha:1933 Características: Museo:Colección Particular
Marc Chagall tiene una obra imposible de clasificar, por lo personal de su universo y parece que el calificativo de expresionista le produjo más que nada asombro. Procedente de una familia judía humilde y profundamente religiosa y criado en un pueblo de Rusia, Vitebsk, su obra se nutre de esas dos fuentes: el recuerdo de la religiosidad familiar y la vida diaria de su infancia. Establecido en París en 1910, acusó el impacto de los fauves, del cubismo de Delaunay y los futuristas; en 1913 el de los expresionistas alemanes a través de Walden, con quien expuso en 1914 en Berlín. Con los expresionistas coincide en su interés porVan Gogh, en la violencia de las emociones y en la arbitrariedad de los colores. Chagall se siente próximo a los surrealistas y Breton dice que con él "la metáfora hizo su entrada triunfal en la pintura moderna", pero no se adscribe al grupo y mantiene su mundo personal donde se mezclan el folclore ruso y judío, los recuerdos infantiles, la poesía, la música y los sueños. Sus figuras, despreocupadas de problemas de perspectiva, escala o verosimilitud, se mueven, vuelan por un espacio irreal que tiene deudas con el cubismo y el futurismo, pero que no tiene nada que ver con el de los demás, el espacio de la fábula. "Yo no las entiendo -dijo en 1946- en absoluto. No son literatura. Son solamente conjuntos de imágenes que me obsesionan".
Nace en la ciudad rusa de Vitebsk en 1887, en el seno de una familia judía y, estudia arte en San Petesburgo, en la escuela de Leon Bakst, donde conoce la pintura de Cezanne, Gaugin y Van Gogh. En 1910 se traslada a París donde entra en contacto con los intelectuales de la vanguardia, sin embargo, no se incluyó nunca en ninguno de estos movimientos de los primeros años del siglo XX. Tras la Revolución Rusa en la que participó activamente, dirige la Academia de Arte de Vitebsk. Entre 1919 y 1921 en Moscú realiza varios decorados escenográficos para el Teatro Judío Estatal. En 1923 vuelve a París, donde se reúne con artistas emigrados judíos como Jules Pascin, Moise Kisling o Amadeo Modigliani. En sus obras destacan los temas de tradición judía, campesinos y ambientes rusos, donde combina el recuerdo, la fabulación y la fantasía, todo ello con un marcado carácter literario. También es destacable su labor como ilustrador gráfico. En 1975 funda el Museo de Chagall en Niza y, muere diez años después en un pueblo del sur de Francia.
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MAESTRO DEL COLOR: SUPO INVENTAR TODA UNA SERIE DE MATICES, TONOS DE VIBRANTES INTENSIDADES.EL AZUL INTENSO DE CHAGALL, CARGADO DE SABIOS EFECTOS...CELESTES, TURQUESAS, LAVANDAS..ACOMPAÑADOS DE VERDE VERONÉS O ESMERALDA....ROJO INTENSO CERCANO A LA PÚRPURA, QUE DA VIDA A UN ANIMAL IMPENSABLE, EL GALLO O ASNO..SURGIDO DE UN BESTIARIO FABULOSO....AMARILLO VIVO QUE HABLA DEL SOL, COLORES QUE ESCOLTAN A PAREJAS DE ENAMORADOS, AL RABINO O VIOLINISTA, ALEJAN O ACERCAN IMÁGENES INSÓLITAS....MEZCLAS SUTILES, FASCINANTES, UNA PUESTA EN ESCENA DE PLENOS COLORES TORNASOLADOS.RECHAZARÁ LA DICTADURA DELBLANCO-NEGRO PARA TRADUCIR LAS DESGRACIAS DE SU ÉPOCA, DANDO TESTIMONIO DE SU FIDELIDAD AL COLOR COMO MEDIO DE ESPERANZA...".AUTÉNTICO CALEIDOSCOPIO DE MÚLTIPLES COLORES A PARTIR DE LA FUSIÓN ENTRE ORIENTE-OCCIDENTE, VOCABULARIO PERSONAL BASADOEN UNA SEMÁNTICA POÉTICA QUE SE DERIVA DE LOS COLORES, AROMAS Y CANTOS RITUALES DE SU PAÍS" MERET MEYER....LA LUZ, SIEMPRE FORMA PARTE DEL UNIVERSO CHAGALLIANO..DESDE LA DENSIDAD SORDA Y CONTENIDA DE SU RUSIANATAL, LA LUMINOSIDAD IRREAL DE PARÍS..PARA ACABAR EN EL EDÉN PROVENZAL DE SAIN PAUL, ALLÍ EXPRESA SU MUNDO POÉTICO Y BÍBLICO. |
Vista de uno de los dibujos y acuarelas de una colección privada y nunca vista hasta ahora con las que el artista francés Marc Chagall ilustró varios libros
Otro de los dibujos y acuarelas de Marc Chagall que salen a subasta |
La obra de Marc Chagall es imposible de clasificar, por lo personal de su universo y parece que el calificativo de expresionista le produjo más que nada asombro. Procedente de una familia judía humilde y profundamente religiosa y criado en un pueblo de Rusia, Vitebsk, su obra se nutre de esas dos fuentes: el recuerdo de la religiosidad familiar y la vida diaria de su infancia. Ya en París acusó el impacto de los fauves, el cubismo de Delauny y los futuristas; con los expresionistas coincide en su interés por Van Gogh, en la violencia de las emociones y en la arbitrariedad de los colores. Pintor frances de origen bielorruso Nació EL 7 DE JULIO DE 1887-28 DE MARZO DE 1985 en Vitebsk, Bielorrusia siendo el mayor de nueve hermanos. Su nombre natal fue Moishe Shagal (Мойше Шагал) o Movsha Jatskélevich Shagalov (Мовшa Хацкелевич Шагалов). El nombre de su madre era Felga-Ita. Fue uno de los más importantes artistas delsurrealismo y en su trabajo se encuentran resonancias de fantasías y sueños.En 1907, Marc Chagall se muda a San Petersburgo donde se vinculó a la escuela de la Sociedad de Patrocinadores del Arte donde estudió bajo la tutoría de Nikolai Roerich. Luego de hacerse conocido como artista dejó San Petersburgo, Rusia, para unirse a un grupo de artistas que se encontraban en el Barrio de Montparnasse, en París,Francia. En 1914 regresó a Vitebsk para casarse con su prometida, Bella Rosenfeld a quien había conocido en 1909. Al comenzar la Primera Guerra Mundial, Chagall permanece en su pueblo natal. En 1915 se casa con Bella y el siguiente año tienen una hija a la que llamaron Ida.Chagall se volvería un participante activo en la Revolución rusa de 1917. El Ministro de Cultura Soviética lo nombró Comisario de Arte para la región de Vitebsk, donde fundó una escuela de arte. Sin embargo, no se desempeñó bien dentro del sistema soviético y por esta razón se muda a Moscú en 1920 y luego a París en 1923.Con la ocupación alemana de Francia durante la Segunda Guerra Mundial y la deportación de los judíos a los campos de exterminio nazis, Marc Chagall tuvo que abandonar París. Con la ayuda del periodista estadounidense Varian Fry, se mudó a la Villa Air-Bel en Marsella antes de que Fry le ayudara a escapar de Francia, a través de España y Portugal. En 1941, los Chagall se instalan en Estados Unidos.Algunos de sus trabajos más importantes son La aldea y yo (1911), El violinista verde (1923-1924, Museo Guggenheim, Nueva York), El cumpleaños (1915), Soledad (1933, Museo de Tel Aviv). Hoy en día, una pintura de Chagall se puede vender por más de 6 millones de dólares. Sus litografías también alcanzan un considerable valor.Cabe destacar su estancia en la Costa Brava, concretamente en la localidad de Tossa de Mar, donde pasó un par de veranos, en 1933 y 1934. Actualmente se conserva en el Museo Municipal de Tossa de Mar, la célebre obra titulada "El violinista celeste".Sus trabajos se pueden encontrar en la Ópera de París, la Plaza del Primer Banco Nacional en el centro de Chicago, la Metropolitan Opera House de Nueva York, la catedral de Metz (Francia), la Catedral de Fraumünster en Zurich (Suiza), y la Iglesia de San Esteban en Mainz (Alemania). El museo que lleva su nombre en Vitebsk fue fundado en 1997 en el edificio donde habitó su familia. Dicho museo sólo tiene copias de su trabajo, pues durante los tiempos soviéticos fue considerado persona non grata y no se reunieron ejemplares de sus obras.En 1981, recibió el Premio de la Fundación Wolf de las Artes de Jerusalén.Murió a la edad de 97 años y está enterrado en el pueblo de Saint-Paul de Vence (cerca de Niza, Francia) junto a su esposa Vava y su cuñado.Arte de Chagall Artículo principal:Anexo:Obras de Marc ChagallMarc Chagall se inspiró en las costumbres de la vida en Bielorrusia e interpretó muchos temas bíblicos, reflejando así su herencia judía. En los años 1960 y 1970 se involucró en grandes proyectos destinados en espacios públicos o en importantes edificios civiles y religiosos.La obra de Chagall está conectada con diferentes corrientes del arte moderno. Formó parte de las vanguardias parisinas que precedieron la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, su obra se queda siempre en los límites de estos movimientos y tendencias emergentes, incluyendo el cubismo y el fauvismo. Estuvo muy conectado con la Escuela de París y sus exponentes, como Amedeo Modigliani.En sus obras abundan las referencias a su niñez, aun al precio de evitar las problemáticas experiencias que después vivió. Sus obras comunican la felicidad y el optimismo a aquellos que las observan mediante intensos y vívidos colores. Chagall gustaba de colocarse a sí mismo, a veces junto con su mujer, como observador del mundo, un mundo de colores visto a través de un vitral. Muchos consideran que La crucifixión blanca (y sus ricos e intrigantes detalles) es una denuncia del régimen de Stalin, del holocausto nazi y de toda la opresión contra los judíos.
Marc Chagall
(Vitebsk, 1887 - Saint-Paul-de-Vence, 1985) Pintor francés. Nacido en una pequeña aldea rusa, sus inquietudes artísticas le llevaron a París en 1910, donde alcanzó su madurez artística. Volvió a Rusia en 1914 y participó activamente en la renovación cultural de su país, pero sus disputas con Malevich y las exigencias revolucionarias de vincular compromiso político y obra artística le llevarían a marchar a Alemania en 1924. Su condición de judío le obligaría después a un peregrinaje por Francia y Estados Unidos, que le devolvería definitivamente a Francia al concluir la Segunda Guerra Mundial. Su asimilación de las dos vanguardias señeras, fauvismo y cubismo, es patente en los cuadros que realizó en sus primeros años parisienses. Composiciones como El poeta (1911, Philadelphia Museum of Art) y Homenaje a Apollinaire (1912, Stedelijk van Abben Museum, Eindhoven) son plenamente cubistas, mientras otras, como El padre (1911, Colección privada, París) siguen a rajatabla las consignas fauvistas. Desde el primer momento, sin embargo, estas influencias formales se funden con el sustrato más profundo de sus propias vivencias personales, profundamente arraigadas en su Vitebsk natal y en el hecho de pertenecer a la comunidad judía. De esta doble condición extrae Chagall su particular repertorio de imágenes, un reducido vocabulario iconográfico al que se mantiene fiel a lo largo de toda su vida. Su pintura es la encarnación de una memoria que funde los recuerdos personales con la imaginería del folclore popular ruso y constituye una unidad indisoluble entre realidad y fantasía, entre la lógica simbólica y la irracionalidad del subconsciente. La aldea y yo (1911, MOMA, Nueva York), realizado apenas un año después de su llegada a París, resulta ejemplar respecto a esa síntesis específicamente chagalliana entre vanguardia y tradición popular, y posee el cromatismo brillante y emancipado de la realidad que aprendió del fauvismo y que será un rasgo dominante en toda su producción. La aparente anarquía de sus imágenes, mezcladas sin una clara lógica espacial y narrativa que justifique las superposiciones, la heterogeneidad de tamaños y la transgresión de las leyes de la física, están sin embargo sujetas a una cuidada composición radial que sigue las enseñanzas del cubismo; éstas se evidencian en el diseño de líneas que articulan las diversas imágenes entre sí y establecen conexiones entre las figuras en primer término y el fondo.
Las referencias al mundo campesino donde paso
su infancia -las casas aldeanas, la ordeñadora, la pareja de labriegos- así como el motivo vegetal en primer término, son algunas de las imágenes que con mayor constancia repitió a lo largo de toda su obra. Todas ellas tienen como referente común el mundo de su niñez y Chagall hace uso de ellas encastándolas con la arbitrariedad del ensueño y la nostalgia.
Chagall construye un mundo de asociaciones a través del cual quiere poner de manifiesto el mensaje secreto de las cosas, pero su mirada está más cerca de la ingenuidad infantil, que prescinde de la funcionalidad inmediata de los objetos y de la coherencia lógica, que de la búsqueda de revelaciones concretas. De ahí que rehúse adherirse al movimiento surrealista a pesar de la insistencia y los elogios de Breton. La existencia de imágenes que coexisten fuera de la lógica racional es para él un hecho real y lo acepta como algo consustancial a la vida misma, no como producto de un refinado juego intelectual o un viaje a las profundidades del inconsciente.En otras ocasiones, la apariencia ilógica de sus imágenes deriva de la simple transcripción al lenguaje visual de expresiones comunes del lenguaje hablado, que Chagall retoma y visualiza como forma de revelar experiencias psíquicas. Así puede interpretarse el flotar en el aire de la pareja de amantes en cuadros como El cumpleaños (1915, MOMA, Nueva York), pintado poco después de su matrimonio con Bella, su musa durante largos años. La idea de "perder la cabeza" se materializa en A Rusia, los asnos y los demás (1911-1912, Museo Nacional de Arte Moderno, Centro Georges Pompidou, París); donde la cabeza separada del tronco no es sino una arbitrariedad explicable, al igual que la vaca roja sobre un tejado o la ingravidez de la mujer, por el placer de crear una fábula visual donde la irrealidad no necesita justificarse. En la obra pictórica de Marc Chagall podemos encontrar el propósito manifiesto de darle a las imágenes visuales que crea la categoría de signos de un lenguaje que revele el sentido oculto que guardan las seres y las cosas que representan. Un propósito que sólo se puede comprender por el papel esencial que desempeñó en la configuración de su espíritu la tradición religiosa judía. En esta tradición, como se sabe, la presencia de Dios solamente se manifiesta a los hombres a través de la palabra; los seres humanos sólo pueden reconocer su existencia entendiendo lo que les dice. Pues para los judíos Dios es en sí mismo la encarnación del Verbo que guarda el sentido verdadero y trascendente de todo lo que existe en el mundo; Él no es propiamente la personificación sensible y concreta del Ser sino el sentidolingüístico que unifica en un fondo invisible la diversidad visible de lo existente. Chagall asume plenamente esta idea. De ahí que en sus lienzos podamos percibir la presencia de ese sentido fundamental que armoniza el mundo. Pero al hacerlo así rompió, sin embargo, con la prohibición -inscrita en los códigos de esa misma tradición- de no representar en imágenes a este Dios todopoderoso que se identifica con la palabra. La violación de este mandato restrictivo obedeció no sólo a su condición de pintor, a la necesidad imperativa de crear y vivir en el mundo de las imágenes, sino también a la certeza lógica de que la palabra divina al fundar el sentido del mundo real no puede ser ajena a la existencia sensible de los seres que lo componen. De ahí, que se tornara perfectamente válido emprender el camino de buscar en los elementos simples y naturales de la realidad la presencia trascendente de lo sagrado. Revelar su presencia es tarea ya no sólo de quien acepta escuchar su voz o leer sus palabras sino del que quiere ver la íntima y secreta espiritualidad que recorre la existencia de lo natural. Pero esta búsqueda tuvo otro significado. Como el sentido de la palabra divina es el de la felicidad es necesario buscarla donde efectivamente se encuentra: en el terreno en el que los contrarios se concilian, en el lugar donde prevalece la armonía de todo lo diverso. La principal causa de infelicidad de los seres humanos es el haberse separado históricamente de la naturaleza, el de haber roto la unidad con el mundo natural al que pertenecen. Por eso Chagall intenta conjurar este gran daño mediante la creación de imágenes que nos muestran la semejanza significativa que existe entre los animales y los hombres, entre el orden de lo natural y de lo humano. Desvelando esta semejanza, anulado las diferencias que a este respecto nos ofrecen nuestras percepciones cotidianas, se podrá recrear o recuperar aquel instante perdido en el pasado en que eramos uno con el mundo. A través de la imagen pictórica es posible también hallar lo que la palabra divina nos evoca de nuestro pasado original o nos anuncia en el horizonte del futuro: el lugar idílico y paradisiaco en donde la felicidad fue o será posible. Pero para poder hallar la semejanza oculta de los seres y cosas que Dios estableció se debe convertir a la pintura en una forma de poesía. Pues sólo en virtud de que las imágenes se vuelvan portadoras de signos lingüísticos se alcanzará la revelación del sentido unitario que constituye la realidad. La imagen sólo puede desvelar el sentido que Dios puso en las cosas cuando las creó si ella misma asume la condición de ser una forma de su lenguaje. La poesía es la única expresión de la espiritualidad humana que puede cumplir esta función porque con las palabras crea y recrea de nuevo el sentido unitario creado originalmente por Dios. La aspiración de Chagall de hacer de su pintura una manifestación poética estuvo animada por la confianza en esta idea, por la creencia, que aprendió en la tradición religiosa judía en donde creció, de que para desvelar el sentido de la palabra divina es necesario recrearla de nuevo. Pero como era pintor tuvo que recrear ese sentido creando imágenes que lo evocaran o aludieran, que lo mostraran envuelto de manera casi invisible en la existencia de todos los seres de la realidad. Walter Benjamin, marcado por la misma tradición cultural, pensó que el arte moderno había perdido su aura sagrada que tradicionalmente había tenido porque quedó sometido a las reglas de la reproducción técnica. Es un arte que ha dejado de ser la obra única y original de un autor que sirvía para la realización de un culto religioso, y que se convertía, por esa razón, en un objeto privilegiado de ese culto. Hasta el punto que se hace difícil determinar si los fieles creyentes amaban y adoraban la forma artística, sensible y bella en la que se representaba y representa la divinidad o la divinidad misma; los límites entre las dos actitudes eran siempre borrosos e imprecisos. O mejor eran límites prácticamente inexistentes porque la belleza de la forma lo que hacía era asegurar en cada uno de los creyentes la vigencia interior del sentido espiritual que pretendía encarnar. Los medios técnicos modernos al ser capaces de replicar en serie una misma obra de arte para su difusión y consumo masivo han provocado la destrucción de la posibilidad de representar sensiblemente la función creadora única del artista. La figura del artista, réplica humana de Dios, ha comenzado a sucumbir en el mundo moderno por la intervención de unos medios técnicos que convierten su obra en un objeto reproducible al infinito. (Ver su ensayo La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica. Discursos interrumpidos I. Taurus Ediciones. Madrid. 1989). Sin embargo, Chagall quizo intencionalmente ser la excepción de este fenómeno; quizo colocarse por fuera, e incluso, en contra de él para mostrarnos que la obra de arte puede ser todavía, en los tiempos modernos, el resultado de un acto supremo, único e irrepetible de creación si el artista asume o imita la labor creadora de sentido que Dios ha cumplido a lo largo de su larga existencia cultural en Occidente; el arte solamente puede continuar siendo tal en la modernidad si el artista adopta concientemente el viejo papel divino de dador de sentido a la existencia del ente. Pero a diferencia de Dios el artista no crea con su obra un sentido absolutamente original. Lo que hace en realidad es des-cubrir o abrir ese sentido, que Dios ha depositado desde siempre en los seres y las cosas reales, a la mirada sensible de todos los que tienen acceso a las imágenes de la obra. Poder ver ese sentido oculto tras la apariencia externa y superficial de las cosas naturales y los acontecimientos humanos es la cualidad más propia y original de un artista. Pues al verlo queda en condiciones de crear con imágenes un orden armónico que le otorge horizonte y sentido al conjunto disperso y fragmentado de nuestras percepciones habituales. Ahora bien, en Chagall la creación de este orden en el lienzo implica la fragmentación de los objetos reales en sus partes. Para encontrar la verdadera unidad que subyace a los seres y las cosas es necesario, tal como lo mostró y enseñó el cubismo, desintegrarlas en todas sus partes; es necesario ejercer sobre ellas una especie de "violencia" imaginaria para hacer aparecer lo que realmente las constituye. Sólo así, se pueden ofrecer plenamente a la vista del artista sin ninguna opacidad o resistencia. Pero a diferencia de la técnica cubista Chagall pretende que el nuevo orden artístico plasmado en el lienzo no debe surgir de la reconstitución del objeto desintegrado de tal manera que todas sus partes se tornen simultáneamente visibles. Pues por este camino la unidad buscada es el resultado de una construcción y no de un desvelamiento, es un hecho estético fabricado y no una cualidad esencial descubierta en la profundidad misma de las cosas reales. El modo de alcanzar este fin debe ser, entonces, distinto. Cada fragmento de un objeto debe permanecer suelto y libre, desprendido del objeto al que naturalmente pertenece, para poder mostrar su identidad. La razón de esta demanda es su convencimiento de que el fragmento tiene la capacidad de concentrarmetafóricamente el sentido ideal unitario que se esconde tras la apariencia integrada del objeto natural del que proviene. Pero además por un segundo motivo: el vinculado al hecho sobresaliente de que cada fragmento descubre su sentido en relación a otro fragmento con el que se encuentra en el espacio común del lienzo. Y aquí, la obra de Chagall muestra una sorprendente coincidencia con el principio de la lingüística estructural saussuriana que establece que el significado de un término de la lengua depende de la relación que guarda con los demás que la componen en un sistema determinado. Pero esta relación, que no puede ser sino de diferencia o de oposición, no se abstrae, en sus manos, del referente concreto de los objetos de los que se desprenden los fragmentos como establece este principio. Ya que la relación de estos fragmentos opuestos lo que permite hallar es, paradójicamente, la unidad profunda que existe en el seno de los objetos a los que pertenecen, y que su existencia natural oculta a la mirada habitual de los hombres. Ahora bien, este contenido poético que Chagall le dió a su pintura significó, a mi juicio, un hecho simbólico muy importante en el panorama del arte moderno. Pues le permitió atravesar y suprimir la barrera tradicional que separa estos dos géneros artísticos. Con su pintura aprendimos que las imágenes pueden ser perfectamente portadoras de signos invisibles de un lenguaje metafórico. Y cada vez que ocurre así consiguen asegurar su valor y trascendencia cultural. Pero esta posibilidad no puede ser una simple expresión transparente y abierta del lenguaje en la pintura o una reducción de la una en la otra. Para que la supresión de las diferencias que naturalmente las separan sea posible se requiere que el lenguaje se oculte o mimetice detrás de las imágenes a las que les da orden y sentido ideal. (Por eso la perspectiva visionaria de Miró de crear imágenes que representaran un universo simbólico de grafismos no le podía resultar, a pesar de su íntima afinidad, satisfactoria). Pero esta exigencia no fue solamente el rasgo que constituyó la originalidad de su estilo. También fue la única manera posible de desvelar el sentido unitario que subyace en la realidad. Sólo un lenguaje que se esconda detrás de imágenes sensibles, que simule perder los rasgos visibles de su identidad, es capaz de "descubrir" la presencia de ese otro lenguaje, que es en el fondo el mismo, que anida en el interior de los seres y las cosas reales. Pero el pintor sólo puede dar este paso si se convierte en poeta, o por lo menos, si asume sus funciones primordiales. Por eso en su cuadro Poeta con la cabeza arriba y abajo plasma este sueño de ser el autor del autor que desvela o crea el sentido profundo de las cosas. En él reconoce esa cualidad inigualable del poeta que al hacer que las palabras se vuelvan sobre sí mismas, que se envuelvan reflexivamente sobre sus propios significados, ve y encuentra lo que ni siquiera los pintores pueden ver. Pues el poeta el hacer que las palabras digan lo que habitualmente no dicen, al darles significados que permanecen como dormidos en sus capas más profundas, al incorporar en su seno sentidos que "naturalmente" le son extraños, abre una visión sensible sobre un lado de la realidad que permanece siempre invisible, como inexistente, a la vista natural de los hombres por más aguda, penetrante y creativa que sea. De ahí, que la primacía del poeta sobre el pintor resulta al final sólo provisional o aparente. Pues la poesía lo que en verdad hace es permiterle a los hombres ver de otra manera, ver sensiblemente el sentido ideal y suprasensible que se esconde tras la apariencia exterior de las cosas del mundo. La fuerza del lenguaje poético radica en que crea una mirada, una visión, sobre el mundo que transpasa sus límites sensibles. Por eso el acto de creación de sentido llevado a cabo por la poesía es en esencia un acto de ver ese sentido en el mundo mismo. Entre la pintura y la poesía concebida de esta manera no existe, ni puede existir, entonces, ninguna diferencia sustancial. El pintor es el poeta que logra ver, a través de las imágenes que crea, el sentido ideal invisible que guardan las cosas de la realidad; y por su parte, el poeta es el pintor que dibuja con palabras el sentido trascendente que su uso reflexivo instaura (1). Por esta razón Chagall no podía dejar de representar en una imagen determinada, en una pintura, El pintor a la luna, este sentido esencial que atraviesa toda su obra. En ella nos muestra que si se quiere cumplir en verdad esta fusión profunda entre el poeta y el pintor se requiere que el pintor se eleve a las alturas infinitas donde se encuentra naturalmente el poeta. El pintor tiene que ir en busca del lugar donde habita el poeta para que pueda descubrir con su mirada el sentido que el lenguaje guarda y al mismo tiempo ofrece. Pues sólo sitúandose en las alturas casi incorpóreas del mundo, en el punto intangible de su cima, el pintor podrá hacer transparente a su visión la totalidad esencial de ese mundo, podrá desvelar su íntima unidad que subyace de detrás de la apariencia dispersa y fragmentada de las cosas. Reunidos los dos en ese lugar imaginario nos descubrirán, a los que queremos escuchar o leer sus palabras y contemplar sus imágenes, ese otro lado esencial que siempre nos falta en nuestra existencia real para ser el Uno que anhelamos. Pero este encuentro le permitió al pintor algo más: penetrar con entera naturalidad en el sentido de diversos mundos culturales. A lo largo de su vida recorrió con sus motivos pictóricos el judaismo, la mitología griega y las formas de la civilización moderna para tratar de entender lo que sus signos y símbolos más notorios dicen. Al igual que el Fausto de Goethe Chagall percibió que la única posibilidad de desvelar el sentido unitario del mundo era recorrer sus múltiples fisonomías culturales, era hacer acto de presencia en cada uno de ellos para ver bien los signos profundos de su paisaje. Viajar por ellos y a través de ellos le ofrece al pintor como al poeta la posibilidad excepcional descubrirlos al común de los hombres para que éstos se puedan integrar a su totalidad diversa y diferente. Así, la desvelación de la unitario del mundo que llevan a cabo será el acto de asimilación por todos del conjunto de sus manifestaciones culturales, sean éstas presentes o pasadas en el tiempo histórico o lejanas o cercanas en la distancia geográfica. Pues cada uno de estos universos culturales encierra un fragmento de ese sentido ideal único buscado que sólo se hará visible al final del camino cuando se reunan armónicamente en una totalidad (2). Y fue precisamente en el universo de los mitos griegos antiguos donde Chagall halló la clave del misterio del ascenso a las alturas del mundo por parte del artista; fue en el punto original de su largo recorrido por la culturas del mundo donde encontró la presencia clara del sentido que buscaba afanosamente. Este sentido es la metamorfosis que tiene que experimentar el pintor para poder alcanzar la alturas leves e incorpóreas que anhela. Alcanzar este lugar para fundirse con él le exige al pintor volverse semejante a sus cualidades físicas; es decir, le exige despojarse de la materialidad propia de su cuerpo para que su espíritu puro, leve y transparente, vuele y se eleve por los aires sin ningún obstáculo posible. En su cuadro La caída de Ícaro nos muestra precisamente esta idea: el sólo querer volar como los pájaros no es suficiente para lograrlo por más que el cuerpo se dote de sus alas. Se necesita que previamente los seres humanos se hayan convertido en finas y delicadas sustancias espirituales que escapan a las leyes físicas de la gravedad. Y este símbolo no es para Chagall un elemento más de la cultura sino la imagen esencial que refleja la condición de toda verdadera obra de arte. Pues en relación a ella siempre ocurre, como una ley casi natural, que la fisonomía física-corpórea del artista, de su creador, se deshace o desvanece hasta volverse casi irreal. En su contenido y sus formas prevalece solo la encarnación o expresión de la interioridad del alma del artista, la vitalidad y fuerza del espíritu de su creador.Y al ser así, el arte revela la extraordinaria capacidad que tiene de trascender la materia de la que originalmente brota Pero el pintor y el poeta al desvelar el sentido unitario del mundo no tienen, sin embargo, el poder de asegurarlo en la realidad debido a su carácter puramente ideal. Es el músico, en cambio, quien con los sonidos melodiosos y rítmicos que crea con su canto o intrepreta con su instrumento el que consiguerealizar lo que sus congéneres forjan imaginariamente con palabras o desvelan con formas y colores. En uno de sus últimos lienzos El mito de Orfeo Chagall nos recuerda el excepcional poder que tenía Orfeo de apaciguar y pacificar a los animales, de hacer desaparecer su agresividad y violencia natural por medio de su encantadora música. Él simboliza el poder natural de los sonidos musicales de liberar a todos los seres vivos, especialmente a los hombres, de las cargas destructivas de su naturaleza interior. Y al hacerlo así, logra, así sea por unos breves instantes, lo que el arte en su conjunto ha pretendido siempre: encadenar la vida real de los hombres al orden de sus formas armónicas ideales . Es el canto de la música, entonces, el que cierra su obra pictórica. La armonía ideal que constituye el sentido que crea el arte puede y debe ser el fundamento de la armonía real de la propia vida que los hombres siempre anhelan. La condición principal para que este paso trascendental se pueda dar es que los hombres se vean despojados de la violencia natural de su ser. Y no existe otro medio ideal más eficaz y adecuado para conseguirlo que la música. Pues ella afirma y envuelve el sentido ideal de la unidad a través de la fuerza físico-material de los sonidos que son capacez de mover y modificar la propia naturaleza. Chagall nos mostró con este lienzo esta vieja "mítica verdad" de la existencia cultural de los hombres. Y al hacerlo nos hizo comprender que el ideal de la armonía que el arte forja sólo se puede plasmar en la vida cuando nos sometemos y entregamos, sin reservas ni condiciones, a sus formas. En ese momento formamos una unidad con él que constituye el verdadero y definitivo sentido de la "eterna" unidad que el arte busca y crea con sonidos, imágenes y palabras. MARC CHAGALL: EL ÚLTIMO PROFUNDO Capítulo de la obra de Camilo García Reflexiones culturales II . Invandrarförlaget 1998 http://www.immi.se/kultur/texter/chagall.htm |
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Un pintor interesante y, sobre todo, personalísimo. El año pasado tuve la oportunidad de ver algunas de sus obras en una exposición monográfica en el museo Thyssen de Madrid.
ResponderEliminarUn saludo.
Una entrada magnífica. Chagal es sueño, imaginación, romance y emociones en una poesía de color. En sus cuadros plasma su alma.
ResponderEliminarGracias. Me ha encantado.